por Martina Palazzo

©Fondazione don Carlo Gnocchi e Asociación Tukuy Pacha
Mabel tiene 30 años y ha vivido siempre en Punata, una ciudad andina de Bolivia, junto a su familia de sastres. La aguja y el hilo han formado parte de su vida desde el principio. Pasó muchas jornadas de su infancia y adolescencia en el taller de sus padres, heredando el arte del corte y la confección. Así, con retazos de tela, cosía ropa para los clientes habituales, pero sin demasiada gloria porque todo ese esfuerzo se traducía en una mísera recompensa económica. Las horas pasadas frente a la máquina de coser, inclinada y en total silencio, no eran gratificantes para ella, una joven sorda que había dejado de soñar con un futuro de autonomía económica.
Desilusionada, se aventuró en el mundo de la gastronomía, no por un interés especial en la cocina, sino por un espíritu de emulación y sentido de pertenencia. Muchas personas con la misma discapacidad se habían inscrito en un curso técnico en ese sector, convencidas de que, entre fogones, la sordera no sería un obstáculo para su crecimiento profesional y autonomía.
Mabel pensaba que había encontrado su vocación, la profesión sobre la que construiría su carrera. Pero todo cambió durante un encuentro de orientación profesional organizado en el marco del proyecto INCREDIBILI, financiado por la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo (AICS) e implementado por la Fundación Don Carlo Gnocchi en la región de Cochabamba. En aquel encuentro, con la mirada dividida entre el pasado y el futuro, Mabel reevaluó su experiencia en el taller de sus padres, dio un nuevo significado a sus habilidades de costura y comenzó a imaginar un nuevo proyecto de vida. «En ese momento entendí que mi sueño era abrir mi propia sastrería», confiesa Mabel. «Tenía la motivación y la determinación necesarias. Solo me faltaban las herramientas para hacerlo realidad».
El sueño empezó a tomar forma: dos nuevas máquinas de coser compradas gracias al fondo para actividades microempresariales de INCREDIBILI y un plan de negocios definido con el acompañamiento técnico del equipo del proyecto. Al principio, trabajando para otros la situación fue difícil, porque muchos empleadores solían ver su discapacidad antes que su talento. Pero a nuevos desafíos corresponden siempre nuevos caminos para quienes persiguen un objetivo claro. Así, con el apoyo del proyecto encontró una sastrería más inclusiva donde pudo aprender, crecer y sentirse aceptada.
Mabel estaba bien, confeccionaba nuevos modelos con técnicas más refinadas y se expresaba en lengua de señas, que sus compañeros estaban aprendiendo para poder comunicarse con ella. Pero aún soñaba con tener su propio espacio, un lugar donde crear y enseñar. Con la misma determinación que surgió tras aquel encuentro decisivo, a principios de este año compró otra máquina de coser con sus ahorros y abrió su pequeño taller de costura. Por ahora, solo tiene una ayudante: una amiga con discapacidad auditiva, a quien ella misma ha formado. «Ahora deseo que mi sastrería se convierta en un espacio con muchas máquinas alineadas, donde las personas con discapacidad puedan tener una oportunidad de crecimiento profesional y demostrar su talento», concluye Mabel.
Cada día en la vida de Mabel es un paso más hacia la realización de ese deseo. Porque la discapacidad no es un freno para los sueños.
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INCREDIBILI (INClusión y REsiliencia de personas con DIsaBILIdad) es una iniciativa financiada por la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo (AICS) con una contribución en donación de casi 1,3 millones de euros. El proyecto, iniciado en 2022 y con finalización prevista en 2025, se implementa en la región de Cochabamba, Bolivia.
Llevado a cabo por la Fundación Don Carlo Gnocchi en asociación con Progettomondo, el objetivo del proyecto es mejorar el acceso a la educación, el desarrollo de competencias y las oportunidades laborales para las personas con discapacidad y sus familias, contribuyendo así a fortalecer la inclusión y la resiliencia dentro de la comunidad local.