Fortaleciendo el acceso a servicios de salud para refugiados y migrantes en Colombia

A través de un proyecto de ACNUR, Italia está fortaleciendo el acceso a servicios de salud para miles de personas refugiadas y migrantes en Colombia y sus comunidades de acogida

Ese día, Joseanny, de seis años y quien había llegado a Colombia junto con su familia hace cuatro años, se acercó feliz a la campana del hospital y la hizo sonar con fuerza mientras todos aplaudían. Significaba que estaba libre de cáncer y que el tratamiento había funcionado. Dos años de citas médicas, quimioterapias, viajes y documentos habían dado fruto y ella podía seguir construyendo su proyecto de vida junto a su familia.
Su madre, Yusdanny Valero, había salido desde el estado Trujillo, Venezuela, con sus dos hijos y embarazada de ocho meses. Luego llegaría su esposo para iniciar una vida desde cero en Cúcuta. Sabían que ese comienzo no era fácil, pero nunca imaginaron que el principal reto sería acceder a un tratamiento para el cáncer de su hija.

A finales de 2019, cuando Joseanny celebraba sus tres años de edad, su mamá notó una inflamación que crecía rápidamente en la pierna de la niña. Con el inicio de la pandemia en los primeros meses de 2020, y a pesar de que para entonces el acceso a la salud se hacía cada vez más complejo, lograron recibir atención y los exámenes determinaron que un pequeño tumor se alojaba en la pierna de Joseanny. Desafortunadamente, debido a la situación irregular de la familia, ella no pudo beneficiarse de servicios de salud para su tratamiento. Después de muchos esfuerzos, la familia logró renovar su documentación y acceder al sistema de salud a través de un proyecto liderado por ACNUR, junto a su socio Opción Legal. Sin embargo, el cáncer de Joseanny ya se había propagado por otras partes de su cuerpo. Joseanny fue trasladada con urgencia a la ciudad de Bucaramanga y, aunque sus probabilidades de éxito eran muy bajas, después de casi dos años de tratamiento superó su enfermedad.

salud migrantes

El apoyo que encontró Joseanny hace parte de una iniciativa que garantizó el acceso a la salud a más de 16.000 personas en Cúcuta durante 2022. Se trata del proyecto ‘Cobertura Universal para mejorar el acceso a los servicios de salud para población refugiada, migrante, retornada colombiana y población de acogida’. Para Orfelina Lizarazo, funcionaria de Opción Legal y líder del proyecto, este “ha sido todo un reto que no sólo ha permitido llegar a la población para su afiliación al sistema de salud, sino que también nos ha permitido empoderar a las comunidades, articularnos con la institucionalidad, con otras agencias y apoyar a los funcionarios públicos locales y de instituciones de salud para que sean un aliado más”.

Durante 2022, Orfelina y su equipo hicieron una maratónica labor en distintas comunidades de Cúcuta para brindar información sobre cómo acceder al sistema de salud, ofrecieron 166 talleres a más de 3.700 personas y capacitaron a más de 500 funcionarios públicos. Esta asistencia fue posible gracias al financiamiento de la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo (AICS), que ha permitido fortalecer la capacidad de entidades e instituciones para garantizar la regulación, el aseguramiento y la prestación efectiva del servicio de salud.

“A diario conocemos muchos casos de personas que además de enfrentarse a los retos de llegar a un lugar nuevo, deben luchar por acceso a servicios de salud y este proyecto lo ha permitido, gracias también a los esfuerzos de regularización e inclusión de la comunidad refugiada y migrante por parte del Estado”, asegura Orfelina.

El acceso a salud es un elemento fundamental en el proceso de garantía de derechos de la población refugiada y migrante, así como en el logro de su integración local. Por ello, proyectos como estos se convierten en iniciativas fundamentales.

Unidos, recicladores venezolanos y colombianos en la Costa Caribe de Colombia generan ingresos mientras conservan el medio ambiente

Anleidys, Víctor y Nairis encontraron en el reciclaje una forma de sostener económicamente a sus familias y aportar a sus comunidades en Barranquilla y Santa Marta

Para Nairis, no hay duda de que el reciclaje le salvó la vida. Después de dejar todo atrás en Venezuela para reiniciar su vida en Colombia, Nairis tuvo muchas dificultades para ganar lo mínimo necesario y sobrevivir en su ciudad de acogida, Barranquilla, ya que había llegado, junto con su hijo de 4 años, poco antes del inicio de la pandemia de COVID-19.

“Durante mucho tiempo no pudimos salir a las calles para trabajar porque había mucho riesgo de contagio”, recuerda Nairis, quien por suerte encontró cupo en un albergue apoyado por ACNUR, donde ella y su hijo permanecieron durante los meses inciertos del inicio de la pandemia. Cuando pudo aventurarse a salir a buscar un empleo, Nairis, quien había trabajado como ingeniera eléctrica en su natal Venezuela, no encontró otra forma de ganarse la vida que vendiendo cafés en la calle – un trabajo duro que muchas veces no le alcanzaba para cubrir sus necesidades.

Fue mientras salía a vender café que conoció a un grupo de recicladores, cuyo trabajo le parecía no solo más sostenible sino también más rentable que el suyo. Empezó a buscar cosas para reciclar, pero sola, le resultaba arriesgado.

“Viví muchas dificultades”, comparte. “Me encontré muchas cosas difíciles: riesgos físicos por el peso del material que llevaba, riesgos por un accidente de bus, riesgos por lluvias”.

© ACNUR/Daniela Camargo

Fue así cómo decidió unirse a un grupo de recicladores de la comunidad de Brisa del Río en Barranquilla, en su mayoría venezolanos como ella. Gracias a la labor del reciclaje, no solo encontró una pasión, sino que volvió a sentirse parte de una comunidad.

Nairis lleva ya un año dedicada a la recuperación ambiental a través de la reutilización de materiales desechados, asegurando un sustento digno a través de esta labor para ella y su hijo. Sin embargo, aunque trabajar en grupo les evita algunos riesgos, los recicladores se enfrentan a situaciones de explotación laboral: muchas veces las empresas que compran sus materiales no les pagan, o se tardan meses en hacerlo. Reconociendo estas dinámicas, Nairis empezó a liderar el proceso de protección de derechos dentro de su comunidad recicladora.

Gracias a donantes como la Agencia Italiana para el Desarrollo (AICS), la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y su socio, Pastoral Social, Nairis y su equipo de recuperadores ambientales reciben formación en habilidades blandas, orientación en derechos y dotación para contar con más herramientas para seguir con su trabajo, transformando, en condiciones de dignidad, cartón, vidrio, aluminio y hierro en artículos decorativos para el hogar, jardines y patios. Lo que ganan les permite tener mayor autonomía laboral y equilibrar los gastos del hogar, como la comida y el arriendo. Además de esto, Nairis ha recibido apoyo de ACNUR y Pastoral Social para involucrar a su hijo en actividades pedagógicas y recreativas mientras realiza su trabajo.

La contribución de los recicladores venezolanos en Colombia suele parecer invisible a la sociedad, ya que reina el desconocimiento sobre el desecho correcto de materiales sólidos y las personas también ignoran el papel fundamental del reciclaje. Pero los recicladores del grupo se definen como activistas por el medio ambiente y realzan el trabajo valioso que hacen a favor de toda la sociedad.

“Nosotros alargamos la vida del ecosistema de la tierra. Es decir, aportamos vida al planeta, porque cuando reciclamos, estamos haciendo que se procesen materiales en nuevos artículos”, explica Nairis.

Como ella, otros líderes ambientales en la Costa Caribe colombiana han sumado esfuerzos por esta causa. Víctor, un colombiano nacido en Santa Marta, también forma parte de un equipo de recuperadores ambientales que, con el apoyo de CESVI, participan en jornadas de siembra de árboles, limpieza del espacio público y procesos pedagógicos para enseñar a reciclar.

“Tanto el pueblo venezolano como los colombianos necesitamos tener conciencia de lo que valen los recursos naturales”, señala. “Tener conciencia para no afectar el ambiente. Creo que es importante dar un mensaje a la comunidad para que conozca más sobre los desechos sólidos porque muchas personas no saben cómo separar su basura”.

© ACNUR/Erick Galet

Junto con Víctor, trabaja Anleidys, una venezolana que lleva tres años viviendo en Santa Marta. Ella considera que educar a las personas representa una parte fundamental de su trabajo como recicladora.

“En una campaña que hicimos, de la mano de CESVI y ACNUR, fuimos casa por casa a explicarle a la gente con folletos cómo separar los residuos aprovechables y no aprovechables”, recuerda. “Quiero que pongamos un poco más de nuestra parte para el bienestar ambiental de la comunidad en la que vivimos”.

Anleidys, Víctor y Nairis son verdaderos héroes ambientales. Gracias a sus esfuerzos, los proyectos de dignificación laboral para el fortalecimiento de medios de vida a partir del reciclaje son un éxito.

 

* Los nombres de algunas personas fueron cambiados por motivos de protección.