El compromiso de la Cooperación italiana para una sociedad más justa e igualitaria en Colombia

La Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo (AICS) está convencida de que la inclusión de la voz y de la participación de las mujeres y la ampliación de su alcance contribuye a la construcción de sociedades más pacíficas y al desarrollo socioeconómico sostenible. Incluir las perspectivas femeninas fomenta la adopción de prácticas innovadoras, valoriza los conocimientos tradicionales de las mujeres e impulsa su autonomía económica y su inclusión financiera, promueve su empoderamiento y genera liderazgos que les permiten transformar sus territorios a partir de un nuevo rol como agentes de cambio.

Los proyectos financiados por AICS incluyen formaciones para la empleabilidad y el emprendimiento, aportan capital semilla y otros tipos de financiación y asistencia técnica para los emprendimientos de nuestras beneficiarias. Apoyando los medios de vida de las mujeres, se contribuye a su autonomía y a su independencia económica y, de esta manera, se crean oportunidades para reducir la violencia económica sobre las mujeres.  Más de 3000 beneficiarias se han visto impactadas positivamente por estos procesos.

Por otro lado, la AICS apoya en la creación de espacios de incidencia política que permiten a las mujeres participar en la formulación de políticas públicas para generar respuestas más apropiadas a los retos de la actualidad para toda la sociedad.

Por mencionar algunas iniciativas, ALMAS – ejecutado por la ong italiana CESVI – fomenta el desarrollo socio empresarial de alrededor de 800 mujeres venezolanas en Colombia, en Barranquilla y Santa Marta. En Cartagena, el proyecto de promoción del patrimonio cultural y fomento del turismo sostenible tendrá entre sus principales beneficiarias a mujeres, en particular de la comunidad palenquera.

En situaciones de emergencia, las mujeres son particularmente vulnerables. Por eso, la AICS está comprometida con ofrecer una respuesta apropiada para mitigar y reaccionar a la violencia contra las mujeres en este tipo de escenarios.

A través de una financiación a ACNUR, 1479 sobrevivientes venezolanas y colombianas retornadas víctimas de violencia basada en género, mujeres y niñas fueron atendidas y recibieron servicios integrales de salud, apoyo psicosocial y acceso a espacios seguros, entre otros. Además, 2208 personas recibieron servicios de prevención, atención y mitigación de violencia de género.

De igual manera, en el marco del proyecto Pace Buena, en Buenaventura, gracias a la ong OIKOS, estamos aportando a la reducción de la violencia basada en género, la integración socioeconómica y la participación de las mujeres en las políticas de paz, desde una óptica del triple nexo paz – emergencia – desarrollo. Uno de los grandes aportes de este proyecto será la construcción y equipamiento de la Casa de la Mujer de Buenaventura y la adecuación de dos centros multimodales, donde inicialmente 350 mujeres víctimas del conflicto armado y de violencia basada en género podrán ser atendidas. Asimismo, el proyecto está formando a 47 mujeres de construcción de paz y 35 organizaciones de mujeres están participando en la formulación de la política de paz de Buenaventura.

Junto a sus aliados, la AICS trabaja en la formulación e implementación de proyectos que contribuyen a la afirmación y reafirmación de los derechos de las mujeres de manera sostenible a lo largo del tiempo. Estos esfuerzos buscan la eliminación de la violencia basada en género y promueven el avance hacia un futuro más equitativo, donde las mujeres y las niñas sean verdaderas protagonistas de su desarrollo y el de sus comunidades.

Nuevos tejidos de vida en Colombia: historia de valentía y resistencia de Fátima

 

©COSPE

escrito por Martina Palazzo
traducido por Silvana Garcia Drago

«Tejer los costales de la vida que otros destruyen» es el objetivo de toda una existencia para Fátima Muriel, nacida y criada en Putumayo, uno de los departamentos más afectados por el conflicto armado en Colombia. Octava de doce hermanos e hija de madre indígena y padre colono, heredó el respeto y la admiración por la diversidad, el deseo de luchar por los derechos de su comunidad y la esperanza de un mundo mejor.

Fátima es una mujer de 74 años que vive de la resistencia. Durante más de 40 años, ejerció su profesión de maestra en varias escuelas del Putumayo, a menudo en zonas remotas donde los niños eran reclutados y entrenados por combatientes de las FARC y paramilitares para ser los villanos de los cuentos que antes leían; las mujeres perdían el control de sus cuerpos, violados con demasiada frecuencia; los campesinos desaparecían misteriosamente de sus campos.

Fátima lo vio, pero siguió educando a las nuevas generaciones porque sucumbir al miedo sólo alimentaría el odio y la violencia. Fátima no se detuvo ni siquiera tras la muerte de dos de sus hermanos, el secuestro de su marido y la huida forzada de su territorio.

Fátima creyó en el cambio, en la fuerza de la unión y en la tenacidad de las mujeres cuando fundó en 2005 la ‘Alianza de Mujeres Tejedoras de la Vida‘. Un nombre que ya dice mucho de la misión de lo que hoy es una asociación que reúne a más de 65 organizaciones y 3000 mujeres del Putumayo.  Son mujeres campesinas, indígenas y afrodescendientes que trabajan por construir una sociedad sin violencia de género y sin explotación de los recursos naturales. Su lucha se desarrolla en tres frentes: defender los derechos de las mujeres, promover la participación igualitaria e incluyente en la vida política y contribuir al desarrollo económico y rural.

Es justamente en una nueva perspectiva que reequilibra la relación entre la comunidad humana y la tierra que estas mujeres pusieron en marcha la iniciativa «Guardianes del Agua», bajo el liderazgo de Fátima. El agua, como elemento natural esencial para la vida, es el recurso que hay que defender para resistir a la ocupación de las multinacionales petroleras y mineras. En un país donde aún mueren personas por defender el medio ambiente, las guardianas se unen para reducir los daños medioambientales causados por la explotación irresponsable. Gracias a su trabajo, en 2017, el departamento de Putumayo contó con una política pública de mujer y género.

El trabajo de Fátima construye nuevas tramas, pero también ha reconstruido las memorias de las mujeres víctimas del conflicto armado. Se llaman ‘Murales de la Verdad’ y son obras de arte que rinden homenaje a quienes defendieron sus derechos arriesgando la vida. El más grande, en Puerto Asís, está hecho con más de 80.000 tapas recicladas y representa los rostros de mujeres, antes víctimas, ahora símbolos de poder y resistencia.

Fátima siempre ha tejido un camino hacia la paz. Animada por el entusiasmo y la convicción de sus compañeras de lucha, esta mujer no teme esperar y dar esperanza. Porque creer en la humanidad aún tiene sentido, porque la convivencia pacífica también puede ser una realidad en Colombia.

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La asociación «Alianza de mujeres tejedoras de vida» es socia del proyecto «CoLoRes – Comunidades locales resilientes. Mujeres y jóvenes construyen economías sostenibles y solidarias para apoyar el proceso de paz en Colombia», financiado por la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo. Con una financiación de 2 millones de euros, el proyecto es implementado por el consorcio de ONG italianas Coopermondo-COSPE con el objetivo de mejorar las condiciones de vida y de trabajo de las comunidades locales, afro, indígenas y campesinas de la Amazonia colombiana (Departamento de Putumayo), y mitigar los efectos del cambio climático y de la pandemia COVID-19, para apoyar el proceso de paz, proteger la biodiversidad y promover la equidad de género.