La Paz, Bolivia. Son las ocho de la mañana de un frío invierno. Partimos de Plaza de España, hacia el lago Titacaca. Nuestro objetivo es visitar los proyectos financiados por la Cooperación Italiana en el sector turístico, algunos de los cuales se realizan en las áreas aledañas al camino inca de Qhapaq Ñan. Estos incluyen «INCAmmino», un proyecto implementado por la ONG italiana Instituto para la Cooperación Económica Internacional (ICEI) y la iniciativa «Qhapaq Ñan – Fase II», administrada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Nos acompaña Daniel Carvallo, coordinador general para Bolivia, Ecuador y Perú del proyecto PNUD, quien durante el viaje nos cuenta los pasajes más importantes de la primera fase de la citada intervención. Son las 11 de la mañana cuando llegamos a Santiago de Okola, un pequeño pueblo ubicado en la orilla boliviana del lago Titicaca, a 4 mil metros sobre el nivel del mar. Luciano Lucchesi, coordinador del proyecto ICEI “INCamino”, nos espera en la plaza del pueblo. Salimos del coche. El aire es fresco, el sol es muy fuerte, quema la piel, típico de la meseta. Esta remota comunidad del lago es el punto estratégico para articular las actividades de los dos proyectos financiados por la Cooperación Italiana y destinados a promover el turismo comunitario y sostenible del Qhapac Ñan, un camino inca que recorre Sudamérica desde Colombia hasta Chile.le. Desde la plaza nos dirigimos hacia la escuela del pueblo, donde Luciano se ocupa de la formación de jóvenes tour operadores locales, una de las principales actividades del proyecto. De hecho, esta intervención contempla tres componentes: la protección del patrimonio, la creación de sinergias entre los distintos municipios para la elaboración de un plan turístico y, por último, la promoción del turismo, también mediante el uso de las nuevas tecnologías digitales de la información y la comunicación (TIC). Es precisamente en las actividades de formación en las que se centra el trabajo del ICEI en este período. En el atrio de la escuela, jóvenes tour operadores de las zonas más dispares de Bolivia se dieron cita para participar del curso para jóvenes guías. El curso está diseñado para mejorar sus habilidades técnicas y conocimientos como profesionales de la industria. Así que aprovechemos la oportunidad para hacer algunas preguntas y recopilar testimonios: Maruja es la Presidenta de la Organización de Turismo Comunitario de Santiago de Okola, fundada en 2006 por la asociación de 6 familias y actualmente conformada por 12 familias. “Santiago de Okola está a unas 2 horas y media de la ciudad de La Paz. Tradicionalmente esta comunidad se ha dedicado a la pesca y la agricultura, aunque en los últimos años el turismo internacional ha ido cobrando impulso. Los turistas provienen principalmente de Estados Unidos, Francia, Alemania y Japón y se sienten atraídos por estos fabulosos lugares y el estilo de vida de la comunidad, que es tan diferente al de ellos. En el país no hay hotel y los turistas son recibidos por familias dentro de sus casas. A la fecha, sin embargo, aún faltan algunas herramientas importantes para explotar al máximo el potencial turístico del lugar. La comunicación y la tecnología, por ejemplo, son importantes para poder contactar directamente con los turistas. De momento nos apoyamos en las agencias de viajes, aunque nos gustaría aprender a gestionar personalmente la comunicación con los turistas”. Ramiro, en cambio, proviene de la empresa Qala Uta, fundada en 2008 y compuesta por 25 familias. “Para algunas empresas de turismo el trabajo es más fácil porque están cerca de las ciudades. En nuestro caso, intentamos aprovechar la tradición aymara para atraer la atención de los turistas. Como comunidad nos une la cosmovisión indígena conformada por los animales y la naturaleza, para nosotros todo tiene vida. Los beneficios que se obtienen con el turismo se distribuyen entre toda la comunidad, tanto entre quienes participan del circuito turístico, como entre quienes no participan en absoluto. Estamos agradecidos por esta oportunidad y por compartir sus conocimientos con nosotros”. Amalia forma parte de Tomarapi, una asociación que lleva más de 16 años trabajando en el circuito turístico del lago y que ahora cuenta con 25 socios. Amalia está muy contenta de poder participar en este proyecto, nos comenta que los espacios de formación son una excelente herramienta para su crecimiento profesional. “El proyecto nos ayuda mucho. Puedo aprender a guiar turistas y en el futuro podré formar a otros guías en mi comunidad”. Jesus es parte de la empresa Mi casa es tu casa en la región tropical de Yungas, cerca de la ciudad de La Paz. «Es la primera vez que la cooperación internacional nos brinda una formación en estos temas, un método empírico que nos permite aprender un oficio”. Onofre en cambio, es parte de la Comunidad San Antonio de Lípez en el Departamento de Potosí, a 700 km de aquí. “Entre los diversos atractivos turísticos, ofrecemos la oportunidad de visitar las minas coloniales. La afluencia de turistas de Chile y Argentina es fuerte. Estos cursos nos permiten desarrollar aún más las relaciones con los turistas que llegan de estos países”. Ronald también viene de Potosí. La asociación para la que trabaja ofrece a los turistas visitas guiadas para conocer las pinturas rupestres incas. “El curso nos ayuda a capacitarnos en aspectos importantes como normas y reglamentos para formar guías locales de turismo comunitario”. Finalmente, hablamos con Boris, guía turístico y fotógrafo de la comunidad de Luribay, quien vino a realizar un pequeño curso de fotografía para los jóvenes tour operadores que participan en el proyecto. “Con nosotros, el turismo todavía tiene grandes límites, hay falta de infraestructuras y el hecho de que el gobierno imponga visas de turista a los que vienen de Estados Unidos e Israel es un gran problema; sin mencionar que los impuestos son bastante altos. Aunque la cooperación internacional es de mucha ayuda, el gobierno debería ser más flexible y más cercano a la gente”. Nuestra visita a Santiago di Okola fue muy bien acogida, y nuestra participación en el taller organizado por el ICEI se percibe como una implicación y una atención que los habitantes de estos lugares pocas veces están acostumbrados a recibir por parte de las instituciones. También por ello estamos cordialmente invitados a almorzar por Doña Maruja quien nos ofrece un rico Apthapi, tradicional picnic, a base exclusivamente de productos locales. Después del almuerzo, nuestra visita continúa hacia la casa de Doña Victoria, una casa típica donde se alojan los turistas. Doña Maruja y Daniel nos explican que, para desarrollar el turismo comunitario, es necesario normalizar las instalaciones de alojamiento y mejorarlas, con el fin de crear un estándar mínimo de calidad. Por eso, también será necesario invertir en sistemas eléctricos y sanitarios y mejorar la calidad de las camas y los servicios, para que los turistas y visitantes se sientan a gusto.i. |
AUTOR: Alfredo Eguino