Para el Consejo Bajo Mira y Frontera, el proyecto piloto de Pago Por Servicios Ambientales promete generar desarrollo y alternativas económicas para sus habitantes, estimulando a su vez la conservación de bosques y territorios ancestrales
“Para nosotros es de vital importancia hacer parte de este proyecto. La comunidad sabe de los beneficios que puede traernos y por eso hoy en día tenemos familias comprometidas en sacarlo adelante”, así se refiere Willinton Guerrero, presidente del Consejo Comunitario Bajo Mira y Frontera, al proyecto piloto de Pago Por Servicios Ambientales (PSA) estructurado por la Fundación Sacha Llaqta en el marco de la estrategia de Rutas Territoriales del Programa de Desarrollo Rural con Enfoque Territorial (DRET II).
El territorio colectivo de este Consejo Comunitario comprende 46.482 hectáreas de tierras tituladas en la zona rural del municipio de Tumaco, que comprenden la parte baja del río Mina hasta la frontera con el Ecuador. En estas tierras de diques aluviales, bosques inundables y litoral costero viven más de 9.000 personas dedicadas principalmente a la agricultura y a la pesca. La conservación de este territorio ha sido desde siempre una prioridad para las organizaciones étnico-territoriales y comunidades que lo habitan; por este motivo la primera fase del proyecto priorizó 1.000 hectáreas de áreas estratégicas por su importancia en el ciclo de reproducción de los peces. “Es relevante en este esquema de PSA resaltar dos estrategias: el incentivo, definiendo áreas estratégicas de conservación y así mismo, identificar, acompañar y promover los negocios verdes como estrategia de desarrollo económico del territorio”, explica José Antonio Gómez, experto ambiental del Programa DRET II. Precisamente fortalecer y consolidar las empresas de cacao es una de las mayores expectativas derivadas del proyecto, afirma Héctor Segura, vicepresidente del Consejo Comunitario. El cacao producido en Tumaco es uno de los más finos y cotizados en la industria del chocolate y ha sido varias veces galardonado en el Salón del Chocolate de París. Según Héctor Segura, el cacao hace parte de la tradición y la cultura de su gente. Sin embargo, comercializarlo no es tan fácil, pues los precios se ven afectados por los intermediarios: “Queremos fortalecer nuestras propias empresas de cacao para hacer buenos negocios que terminen beneficiando a un mayor número de familias en la comunidad”.
Pero esta no es la única inversión que el Consejo Comunitario Bajo Mira y Frontera pretende hacer en el territorio. Según el presidente, han definido también otras líneas que corresponden al sector de infraestructura, en un 40% y al social, en un 30%: “sabemos que los PSA pueden ayudarnos a mitigar alguna de las problemáticas que vivimos aquí”, asegura.
Gracias a este proyecto, la comunidad está motivada a conseguir los recursos necesarios para continuar a largo plazo con el proyecto, para que esas áreas de bosque y sistemas agroforestales ancestrales que por tanto años han conservado, las mismas que confieren al cacao su sabor característico, puedan contribuir al desarrollo económico y a la diversificación de actividades productivas. “Conozco familias que antes se dedicaban al negocio de la madera y ahora se han vuelto cuidadores del bosque”, cuenta con orgullo uno de los líderes del Concejo y añade “si logramos conseguir los recursos para implementar este proyecto, puede llegar a tener un impacto nunca visto en nuestro territorio”.