Asaí: el elixir de la eterna juventud cultivado en la Amazonía boliviana

Estamos en Cobija, a 612 kilómetros (en línea recta) de la capital La Paz, para una misión de seguimiento del programa de fortalecimiento de la economía social comunitaria a través de la gestión integrada y sostenible de la selva amazónica financiado con 1.575.600 € por la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo (AICS) e implementado por la FAO. Las actividades, que comenzaron en 2017, finalizarán a fines de 2019. 41 de las 2197 familias beneficiarias del proyecto viven en Trinchera (y en otros pueblos cerca).

Son las ocho de la mañana en la plaza de Cobija, cuando se abren las persianas de un pequeño comercio llamado “Punto Asaí”. Inmediatamente se forma una fila de personas que vienen por el batido de Doña Eva, hecho con asaí, leche, maní, castaña (nueces de Brasil) y otros ingredientes. Esperamos nuestro turno y aprovechamos para hablar con otros clientes:

Sheyla, una estudiante universitaria, bebe el batido de asaí ya que le da una energía extraordinaria que le permite estudiar durante horas. Jorge, un joven trabajador, nos cuenta que su abuela le transmitió la pasión por esta fruta: “Mi abuela está en forma como si el tiempo no pasara. Aprendí de ella y tomo el jugo de asaí todas las mañanas, me da fuerzas para trabajar y llegar sano y salvo al mediodía”.

Una vez dentro de la tienda, tenemos la oportunidad de hacerle un par de preguntas a la propietaria quien nos dice de dónde viene el asaí que usa.

“Este asaí proviene de una comunidad llamada Trinchera, capital del departamento de Pando. Quiero decirles a mis clientes porque muchos no saben que hay una gran diferencia entre el asaí brasileño y el boliviano. Aunque la pulpa boliviana es un poco más cara, sin duda es más pura y con un sabor más intenso”.

Entonces has optado por invertir en el producto nacional… ¿por qué?

Por calidad: ahora solo trabajo con asaí boliviano y me gusta el hecho de que he creado una buena relación mutuamente beneficiosa entre mi tienda y la comunidad. El año que viene renovaremos nuestra imagen e incluiremos la denominación de origen controlada. A mucha gente le gusta saber que el producto viene directamente de la comunidad”.

Saliendo de la tienda nos encontramos con Misael, esposo de Doña Eva, quien nos cuenta que él y su familia viven en la ciudad desde hace algunos años, luego de lo cual decidieron regresar a la comunidad porque vieron una nueva oportunidad económica.

“En nuestra comunidad tenemos la regla de que cada familia debe entregar dos bolsas de su cultivo de castaña para crear una caja común. Es gracias a esta ley comunitaria que nos hemos ganado nuestra confianza y nos han concedido un préstamo sin intereses que nos ha permitido poner en marcha nuestro negocio”. “Gracias a la Cooperación Italiana hemos podido modernizar nuestra maquinaria y hemos obtenido unas nuevas y más eficientes, mejorando mucho nuestro proceso productivo”, me explica Misael, “Sin embargo, el grueso del trabajo está en la asistencia técnica brindada por la cooperación para obtener la patente sanitaria. Una vez obtenido, estaremos listos para la venta de nuestro producto en el mercado nacional”.

Lo que parecía un sueño como tantos otros es ahora una posible realidad. De hecho, los empresarios locales están creando una red que les permitirá poder vender asaí boliviano en el mercado nacional. “Me dijeron que era la receta de la eterna juventud porque es un poderoso antioxidante”, nos cuenta Misael, “ahora que empezamos como negocio, solo queda esperar a la patente sanitaria para poder expandirnos”. “El primer paso es comerciar en nuestra ciudad, Cobija, luego entrar al mercado de Santa Cruz y finalmente en La Paz y Cochabamba. Nuestra empresa es la demostración de que el bosque es capaz de generar empleos sin recurrir a la deforestación y que se pueden generar ingresos para garantizar una vida digna a toda la comunidad”.

Los chicos de Qalauma

Al ingresar al Centro de Rehabilitación Juvenil de Qalauma, esperamos encontrar un centro de detención lleno de guardias y cercas de la prisión. En cambio, encontramos una comunidad de jóvenes que, en un hermoso día soleado, caminan en la amplia plaza de la estructura, alrededor de la cual se desarrollan las diversas actividades técnicas, profesionales y educativas que los preparan para la futura reintegración en el mundo exterior, con la esperanza que les abra una vida mejor que la que les trajo allí. Los chicos nos cuentan sus experiencias y nos muestran los productos que han elaborado.

Luis Miguel tiene 24 años y nació en La Paz. Lleva 7 años en el Instituto pero no echa de menos la libertad. Cuando ingresó en 2012, aún le faltaba terminar el último año escolar, que cursó dentro del establecimiento. Paralelamente, trabajó en el laboratorio de xerigrafía, en el procesamiento de porcelana fría y en sastrería, y cursó el curso de diseño gráfico y también de cocina. Ahora es el encargado del laboratorio y nos muestra el proceso y los colores que utiliza para reproducir los diseños sobre tela.

Néstor, de 22 años, es el jefe del taller de sastrería, porque en Brasil, donde estuvo algunos años, aprendió a coser; lleva 3 años en el instituto y está esperando terminar el último. Es de Paraguay, donde reside su familia, pero en La Paz cuenta con el apoyo de su esposa y su familia, quienes esperan el día en que salga.

Marco, 22 años, natural de La Paz, lleva 2 años a cargo de la Biblioteca y el Espacio Cultural, donde se interesa principalmente por la robótica y la electrónica. Está en el instituto desde 2016 y, mientras asistía a los laboratorios de agricultura y xerigafia, y cuando tenía oportunidad se escapaba a la biblioteca y consultaba principalmente libros de derecho y medicina. En un año podrá salir por buena conducta y espera poder participar en proyectos pospenitenciarios. También participó en la producción de un disco también comercializado externamente, titulado “Sonado libero”. De hecho, también hay un estudio de grabación en el recinto. Otros chicos que son expertos en gráficos para la portada también participaron en la realización del álbum.

Profesión guardaparques, está operativo el nuevo centro de formación de San Buenaventura en Bolivia

San Buenaventura – El titular de la oficina de AICS en La Paz Angelo Benincasa participó en la inauguración del nuevo centro de formación de guardaparques bolivianos, infraestructura financiada por la Cooperación Italiana como parte del programa de formación de guardaparques del Sistema Nacional de Áreas protegidas.

El centro de formación entró en pleno funcionamiento al concluir una iniciativa de un año, con un financiamiento de 600 mil euros, y fue inaugurado a finales de septiembre en la localidad de San Buenaventura, departamento de La Paz, con la presencia de representantes de las instituciones socias del proyecto y numerosos medios de comunicación que dieron amplia cobertura al evento.

La Viceministra de Medio Ambiente, Biodiversidad, Cambio Climático y Políticas Forestales, Cynthia Silva, el Director del Servicio Nacional de Áreas Protegidas, Abel Mamani, la Subdirectora de Educación Alternativa del Ministerio de Educación, Emma Peñalosa, y Representante de la FAO en Bolivia Theodor Friedrich.

Durante el evento se entregaron certificados de “Nivel Técnico – Básico” a 207 guardaparques bolivianos, abriendo efectivamente las puertas al reconocimiento de esta profesión en el país andino. Gracias al convenio firmado entre el Ministerio de Educación y el Ministerio del Medio Ambiente – convenio firmado por iniciativa del programa financiado por AICS – hoy se reconoce formalmente a nivel nacional en todo Bolivia la profesión de guardaparque.

En su discurso, el titular de la oficina de AICS destacó los importantes resultados alcanzados por la Cooperación Italiana en Bolivia: con los 196 programas apoyados desde 1986, la Cooperación ha contribuido significativamente al fortalecimiento de las relaciones bilaterales entre los dos países.

 

AUTOR: Alfredo Eguiño